El Amor puede venir en muchas formas; muchas extrañas, coloridas, pequeñitas, ambiguas y desconocidas formas. Pero la preferida de todos los habitantes, o ex - habitantes de este vilipendiado planeta, era la ingesta de los pequeños pimientos del amor. Esta planta endémica crecía bajo los roqueríos de las playas y los pimientos eran la mayor parte del tiempo invisibles a los ojos de cualquiera. Pero ciertos días del año, en cualquier estación, tomaban un color rojo anaranjado, o a veces morado azulado, dependiendo del ángulo del en que llegasen los rayos del sol. Eran los días del amor. La gente se los regalaba a sus seres queridos, siempre y cuando la otra persona lo pudiera ver. Era muy frustrante ver la expresión de extrañeza de aquellos que tan sólo veían una larga mano extendida, completamente vacía. Pero aquellos que lograban ver el fruto brillando con todas sus fuerzas, se los zampaban de un mordisco y comenzaban a ver el mundo en colores nunca antes imaginados.
Lo único malo, es que tenían que ser regalados. Si se los comían solos... ay si se los llegasen a comer solos. Lo único que lograrían sería ver el mundo en un horrendo gris verdoso muy oscuro, durante los próximos dos meses.
Las autoridades nunca habían podido controlar esta situación, pues la planta antojadizamente se hacía visible cuando se le ocurría... y frente a los que ella quisiese. De hecho, los pimientos del Amor estaban dentro de las lista de los 10 Sin Arreglo, documento que fue uno de los pilares del éxodo puliplaxio.
Yo nunca regalé uno. Tampoco me los regaló nadie... pero les dije a varios dónde encontrarlos, porque siempre los veía.
Yo te vi cogiendo varios y secarlos al sol. Sé que guardaste las semillas y te las llevaste contigo. A veces me preocupo y pienso, a lo mejor te sorprendieron y te castigaron... no lo sé. Pero siempre fuiste la persona más pilla de todas. Lo más probable es que estés regando tus pimientos del Amor en este momento.
Lo único malo, es que tenían que ser regalados. Si se los comían solos... ay si se los llegasen a comer solos. Lo único que lograrían sería ver el mundo en un horrendo gris verdoso muy oscuro, durante los próximos dos meses.
Las autoridades nunca habían podido controlar esta situación, pues la planta antojadizamente se hacía visible cuando se le ocurría... y frente a los que ella quisiese. De hecho, los pimientos del Amor estaban dentro de las lista de los 10 Sin Arreglo, documento que fue uno de los pilares del éxodo puliplaxio.
Yo nunca regalé uno. Tampoco me los regaló nadie... pero les dije a varios dónde encontrarlos, porque siempre los veía.
Yo te vi cogiendo varios y secarlos al sol. Sé que guardaste las semillas y te las llevaste contigo. A veces me preocupo y pienso, a lo mejor te sorprendieron y te castigaron... no lo sé. Pero siempre fuiste la persona más pilla de todas. Lo más probable es que estés regando tus pimientos del Amor en este momento.