31.7.07

El mejor invierno


fue aquel previo a esa primavera donde partieron todos ustedes lejos de mí. Tal vez porque era el último invierno que vería a todos... tal vez porque no dimensionaba la situación aún. Nada ha cambiado, de hecho creo que siempre fue todo así, ustedes eran el pelo en la sopa, el objeto extraño, el elemento no pertenece de la situación. Ahora todo luce tan real, tan complejo y misterioso, no hay respuesta para nada de lo que me cuestiono, no hay ordenes, tan sólo mi eco.
Me acuerdo aquella primera vez cuando niño haber visto ese amanecer y ese atardecer al mismo tiempo y recuerdo no haber preguntado nada, porque a nadie le asombraba ya. Y ahora, parado con un espejo frente a mí, recorro las con la mirada las extrañas sombras que se dibujan en las rocas de la bahía. No podría ser más extraño, no podría encontrarme más sólo y más acompañado al mismo tiempo. Creo que no necesito nada más.


Ahora miro estos árboles y me doy cuenta que el viajero no es otra persona más que la mía.

13.7.07

Georgina en la Costa.

A veces lograba atreverme a tomarle imágenes a la gente. A veces nada más. Ahora saco muchas más imágenes que antes, y me divierte dibujarles gentes encima. Y luego me entristece y luego se me quita. Y luego, después de los otros luegos, me doy cuenta de que si estuviera allá con ellos (dondequieraqueestén) andaría quejándome interiormente, tratando de evadir el sistema puliplaxio de monitoreo emocional del ciudadano...
Así que nada está tan triste.

Pero nada será tan feliz como Georgina paseando por la Costa en aquel día de playa.