30.8.10

El escritor




Generalmente empiezo así:

Elijo una imagen y me siento a observarla por un rato. Creo que la mayoría de las veces es un lugar vacío, pocas veces son personas u objetos, más que pocas, son raras las veces que elijo la imagen de alguien o algo. Y sí, son raras, extrañísimas ocasiones en las que la cara de un desconocido o la forma determinada de una cosa me provoca algo. Porque están ahí, animados o inanimados, están ahí. El lugar es el lugar, no contiene a nadie, claro... muchos algos sí tiene, pero es el conjunto en sí, que simplemente es y no es al mismo tiempo, lo que hace que invente un tú o un yo y los ubique ahí, parados, sentados, pensando o caminando, sufriendo o ignorando, amando u odiando. Y luego que existimos, cosas pasan, cosas imaginarias nos ocurren y a veces son muy mundanas y otras son acontecimientos tremendos y trascendentales que nos cambian para siempre. Y mientras más miro la imagen, más se desenredan los hilos que nos manejan, unen o atan más conozco lo que somos, lo que fuimos y lo que seremos en ese momento. Y mientras más me alejo de la idea, más me acerco a la emoción y mientras me adentro en la emoción, mayor es la certeza que nunca ganaré, que nunca ganaremos y que la historia nunca tendrá un final decente. Y tengo que detener toda la maquinaria, y con la cola entre las piernas volver al inicio. Y la imagen me observa estoica. Yo me voy humillado, en tiempo subjetivo, a un rincón de mi cabeza, que es como un gran salón circular, y recorro una y otra vez la habitación en busca de la tuerca perdida, del engranaje falente. De pronto despierto y veo frente a mí la imagen; tú ya desapareciste, tal vez yo estoy detrás de aquel árbol, no lo sé. Ya todo es borroso y distante, no he estado en ese lugar nunca. Aunque sí, me recuerda a alguien, a un tiempo lejano, lejano para atrás o para adelante, da lo mismo. Tal vez en esa banca de concreto me sentaré en alguna ocasión, quizás tú pasaste por ese sendero un día. Y todo empieza a andar de nuevo y en millonésimas de segundos que saben a años enteros aparece de pronto un hilo que sujetas en una esquina, otro y otro más, los halo y los retuerzo entre mis dedos, y en la lucha caigo y pierdo nuevamente, miro por última vez, ya no estamos ahí. Hasta que en el fondo creo que veo algo, eres tú, soy yo? no lo sé, pero...