
¿Qué pasó que ya no disfrutamos de la simple compañía mutua? O al menos eso ya no nos basta. Ya no es el saludo amoroso y el abrazo y luego la noche. Ahora es el saludo indicado, el cuestionario inútil y la larga noche. Tal vez sea necesario para comprender que ya no nos queda el mismo traje que antes; tal vez me he ido encogiendo con el tiempo, tal vez te has ido alargando demasiado.
¿Tan corto fue el viaje?, tal vez corto, pero intenso. Puedes culpar mi visión apocalíptica de todas las cosas. Lo tengo muy claro. Porque creo que lo abarca todo.
Me he pasado estas noches buscando tan insistentemente en mi cabeza, en mis manos, en mi respiración, cómo era la canción, la canción que canté antes que tanto te gustó. Cómo era que era yo antes, que no necesitabas nada más de mí. Cómo era que yo te miraba que tan sólo te veía a ti. Y mientras escribo estas frases, siento ese dolor en el estómago que te acerca a la verdad, que te alumbra directo a la cara y que te encandila, que hiere tus pupilas con el triste filo de la certeza.
¿Éramos niños jugando? Éramos niños jugando en nuestro patio improvisado de calles defectuosas, de postes que no alumbraban, de viajes en micros llenas. Ya prácticamente no viajamos en micros llenas. No salimos a comprar el pan con las manos en los bolsillos, llenos de deseos y esperanzas ocultas sobre el otro, y los inviernos, ¡cómo añoro los inviernos! cómo ansío que vuelva la lluvia, las mañanas grises, los atardeceres de nubes apretadas y distendidas a la vez. El pavimento mojado lo soportaba todo, mi silencio atroz y tu silencio atroz, que eran los mejores del mundo. De ese pavimento recogiste mi corazoncito trizado y te lo tragaste sin pensar siquiera si sería dulce o amargo. Y me avergüenzo de haber escrito eso, pero no pude encontrar ninguna metáfora menos cursi. Antes pude haber sido muy cursi, pero siempre lo evité. Tanto que muchas veces llegué a ser demasiado dura. Quiero que sepas que en esas ocasiones, siempre quise decir todo lo contrario.
En los casos más desafortunados, el amor no prevalece, las historias llegan a un final y luego se escuchan canciones de amor en veladas de alcohol. En este caso menos desafortunado, Lou Reed es una encantadora compañía y un maravilloso consejero. Y tal vez pueda robarme algún final de alguna de sus canciones y decir que esto es algo bueno, y que encontré una razón.
2 comentarios:
no es un síntoma, cierto?, es sólo empatía, inaginación, "imaginario colectivo", sólo tu cabeza trabajando de forma hermosa, cierto?...porque me gustó...en serio, pero no me gustaría que fuera un síntoma...
Eso, cuidate.
imaginación no enagenación arrrrg.
y como vamos para el nanometraje.
*: una mujer con una chaqueta de cuero rosada estaba mirando lo que escribia, atras mio y después se hizo la hueona y miro para al lado y m preguntó cuanto era que costaba la media hora y le dije que preguntara en la caja, :"no, me dijo, es para saber, para otro día", si claro otro día vieja....cu...
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