
Se me olvida todo, todo el tiempo. Yo trato de esforzarme, pero no hay caso. Será culpa de mi flojera tal vez... o simplemente es lo irremediable: no quiero recordar nada. Te diré que mi subconciente siempre ha manipulado mi vida a su antojo y nunca he podido hacerle frente. Paso las noches inventando juegos para adormecerlo y poder así estar más fresco, pero es inútil. Al final todo se vuelve etéreo y caigo en el bailecito aquél donde floto desnudo por las calles y no tengo ni rostro ni pies. Y así durante toda la noche hasta que amanece y despierto tapado hasta la nariz con la alarma del vecino que pone su radio a todo chancho. Y yo sigo así, quieto, con las manitos agarradas de las tapas, con tal grado de estupor que no consigo enderezarme o voltearme o siquiera tragar saliva, por unos buenos 10 minutos. Y en esos buenos 10 minutos ya me enterado de las noticias matinales, de la restricción vehicular, de la temperatura y el hit del momento. O de algún momento... yo nunca tendré un hit. Y con ese pensamiento estiro la mano y busco el control remoto y enciendo mi televisor que quedó en "mudo" de la noche anterior. La radio del vecino ya bajó sus decibeles y ahora me quedo solo otra vez, pero ahora con las imágenes del gordito exasperante que pica cosas con un aparato que se abre como una flor. Y me digo a mí mismo que jamás seré como ese gordito picahielo. Ya son las 7:50 am.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario