El Alfonso vive en un balcón que ya es de otro
y vive en la quebrada de un cerro
con su mamá y su hermano.
Vive en una foto que cuelgo en cada ojo felino
vive en la flora salvaje de dedales y manzanillones
de una quebrada del cerro Monjas
y vive en ese pasaje gris
que tuve que andar sin querer andarlo
y en cada bolita de papel que rueda por el mundo
y en cada mañana a las ocho en punto
vive en el suspiro del penúltimo día de octubre
y por sobre todo vive en mi pecho
y en la palma de mis manos
donde frota su cabeza suave y al fin descansa.
y vive en la quebrada de un cerro
con su mamá y su hermano.
Vive en una foto que cuelgo en cada ojo felino
vive en la flora salvaje de dedales y manzanillones
de una quebrada del cerro Monjas
y vive en ese pasaje gris
que tuve que andar sin querer andarlo
y en cada bolita de papel que rueda por el mundo
y en cada mañana a las ocho en punto
vive en el suspiro del penúltimo día de octubre
y por sobre todo vive en mi pecho
y en la palma de mis manos
donde frota su cabeza suave y al fin descansa.
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