Que terrible la vida acá arriba... o abajo... ya perdimos la noción. Nos acompañamos cuanto podemos, pero aún estamos solos. A mi dio pena y rabia porque en otras partes la gente se queja de nada. Yo los escuché gritando, sus ecos aún andan ando vueltas. Dando vueltas como nosotros, los 3 guachos pelados que todavía quedamos.
Acá no tenemos salud ni educación, no tenemos ropa ni automovil, no tenemos casa en barrio cultural, turístico o acomodado. No tenemos tarde de paseo por cines o museo, no tenemos tecnología, ni revistas de papel cuché. Porque el dinero se hizo polvo. Se lo llevó el viento...
Y total que ni lo necesitábamos...
Por que lo puliplaxios lo buscaron con cada milimetro de su piel, con cada milimetro de su ambición, los puliplaxios se fueron condenando ellos solos... quejándose están todavía, dando vueltas en el espacio, armando nuevos gobiernos en algún otro desdichado planeta...
Mientras tanto acá, nos quedamos sobándonos sana sana potito de rana. Pero la verdad es que duele todavía. Vivir en la miseria lija el alma y la pone dura... o muy blanda. Es que tenemos este planeta desolado para nosotros solos y no sabemos qué hacer. Extrañamos el consumo que tanto atacamos ahora, más cuando existía ni acceso a él teníamos. No convertimos en ese grupo de personas que no tiene barra en los gráficos de estadística. Nos convertimos en el grupo de personas que debe apelar a la inteligencia y al talento para subsistir. Que tremenda carga ser exitoso. Que tremenda carga ser talentoso, qué tremenda carga, más... ¡ya no la tenemos!
Qué planeta ambiguo Puliplax, habitado eras sumamente complicado y ahora que estás sumamente desolado, te nos complicas aún más.
Acá no tenemos salud ni educación, no tenemos ropa ni automovil, no tenemos casa en barrio cultural, turístico o acomodado. No tenemos tarde de paseo por cines o museo, no tenemos tecnología, ni revistas de papel cuché. Porque el dinero se hizo polvo. Se lo llevó el viento...
Y total que ni lo necesitábamos...
Por que lo puliplaxios lo buscaron con cada milimetro de su piel, con cada milimetro de su ambición, los puliplaxios se fueron condenando ellos solos... quejándose están todavía, dando vueltas en el espacio, armando nuevos gobiernos en algún otro desdichado planeta...
Mientras tanto acá, nos quedamos sobándonos sana sana potito de rana. Pero la verdad es que duele todavía. Vivir en la miseria lija el alma y la pone dura... o muy blanda. Es que tenemos este planeta desolado para nosotros solos y no sabemos qué hacer. Extrañamos el consumo que tanto atacamos ahora, más cuando existía ni acceso a él teníamos. No convertimos en ese grupo de personas que no tiene barra en los gráficos de estadística. Nos convertimos en el grupo de personas que debe apelar a la inteligencia y al talento para subsistir. Que tremenda carga ser exitoso. Que tremenda carga ser talentoso, qué tremenda carga, más... ¡ya no la tenemos!
Qué planeta ambiguo Puliplax, habitado eras sumamente complicado y ahora que estás sumamente desolado, te nos complicas aún más.
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