Volver a no decir nada
a no eludir a nadie.
Volver a regar las plantas
a no pertenecer.
A rogar sin querer queriendo
a olvidar cómo simpatizar
a olvidar cómo suspender la risa
a olvidar todos los tonos de azul
que no son de tristeza
a sentir calor en las manos.
Es difícil vivir con el frío instalado en la palma de las manos.
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