No sé qué será ni a qué se deberá, pero a veces cuando lloro las lágrimas caen de manera distinta. Algunas veces caen gruesas como goterones, lentas y densas como aceite o miel; otras caen como hilos de plata, delgadas, brillantes y corren rápido por las mejillas. A veces son como perlitas, otras veces como cascadas. Hoy mientras lloraba me fijé que no querían salir, caían lentamente, sí, como en cámara lenta. Y así mismo iban las ideas a mi pecho, como sentimientos zombies sin noción de nada más que devorarme por dentro. Entonces me puse a pensar que justo a de antes de eso había ido al dentista a que me revisaran los puntos de la exodoncia del jueves. Y antes de eso, el martes, a mi mejor amigo lo habían desahuciado por un tumor que tenía en el pecho, y antes de eso, en la mañana, me habían quitado los puntos de la biopsia. Y antes de eso me había bajado la regla. Y antes de eso tú te habías ido para siempre. Así me di cuenta que este juego se trata sólo de saber perder. Todos los días perdemos algo, claro a veces ganamos. Pero todos los días perdemos algo. Todos los días perderemos algo. Un día menos en este planeta. Un día siempre más cerca de la muerte. Así que con eso en mente, las lágrimas derramadas cobraron todo el sentido del mundo. Saliendo de mi cuerpo para siempre con su carga de emoción particular. A veces la carga es ligera y corren rápido, pero hoy la carga era pesada y densa. Y pesar que la gravedad les jugaba a favor, les costó tanto rodar, les llevó tanto caer al suelo y perderse entre las grietas de las tablas del piso.
No tengo mucho más que decir. Era sólo una reflexión de algo que me pasa a menudo. Creí que los meses del calendario me habían dado un recreo en su devenir circular. O cilíndrico. Siempre que pienso en un año, pienso en un bloque, como un edificio o una pista. Qué forma tiene un año? Es largo y ancho, es largo y angosto? Para mí este año ha sido un túnel largo, muy largo a veces demasiado como para creer que realmente es un túnel. Pero ahora que sé que siempre perderemos, que estamos ungidos con el santo fracaso, siento que tal vez debo olvidarme del túnel, nunca se me ocurrió estirar los brazos, tal vez no es un túnel, tal vez es un campo y la dirección es hacia los lados, no sólo hacia adelante, aunque sé que es absurdo pensar así, porque de verdad no existen los costados, siempre que tomemos cualquier dirección, será hacia adelante, aunque caminemos de espalda. Como sea, por lo menos puedo distinguir qué lágrimas estoy perdiendo, porque el llanto es algo que viene así como el día, o como la noche, tan natural para mí que a veces no sé si pueda vivir sin ello. Sin esa emoción tan particular.
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