-El final y el comienzo sólo pueden ser uno solo y no tienen importancia alguna-, me dijo acongojada. -Lo único que importa es el medio-. Agarró sus maletas y subió al bus. De eso una semana ya. Hoy es domingo, es tarde y ya debo dormir, mañana es lunes. Mañana debo empezar la semana como todos, hoy termina mi descanso, como el de todos. Y entre hoy y mañana en realidad da lo mismo. Una distancia de ocho horas de oscuridad, la misma distancia que te tomó en irte de aquí y llegar a otro lugar, donde no estoy yo y no estaré jamás, ocho horas de oscuridad acurrucada en esos asientos sebosos, pensando, durmiendo, qué más da. Yo acá, pensando, durmiendo. Qué más da.
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