25.11.06

La prisión social


Nunca antes me atreví a preguntar por qué. Simple-mente me limité a dar vueltas sobre mi propio eje.

El aturdimiento provoca la distorsión, arriba parece abajo, el suelo serpentea. El miedo se siente una vez, luego pasa hasta la próxima visita al dentista. Hasta la próxima pelea nocturna. La diversión comienza con el monito nacido del índice y el dedo mayor, y todas sus aventuras saltando techos desde la ventana del auto en movimiento. La magia aparece con la primera burbuja de detergente soplada con la bombilla de la leche. El orgullo, con el primer globito del chicle tutifrutti o la amarrada de los cordones...todo depende de la escala de valores.

<><><><><><><><><><>

El aturdimiento no dura mucho, pero a veces persigue con su aliento hasta que uno ya no avisa a qué hora llega y la noche deja de tener horas con números.
Ahora ni me atrevo a preguntar, porque me puede fusilar la cordura. Todo la existencia se me vuelve imaginaria, todos los viajes son imaginarios, los amores son imaginarios, las personas, imaginarias.
La prisión social es terrible porque es invisible. No hay gandarme más que uno mismo y uno mismo también es el preso. Y el que se autocondena... se autocondena de pura confusión.




No hay comentarios.: