Chao amigo desconocido, llegué tarde otra vez.
Te había visto en una vitrina mientras el cielo se ponía colorado. Tenías la cara de otra persona, no la que yo recordaba de otras épocas. Eras más alto y más viejo y tu mirada ya no se escondía. Creciste harto y te veías mas definido, como si acaso alguien hubiese pasado un marcador por sobre tus lineas de grafito. Quedaste bonito después de tantos años. Te pusieron marco y te colgaron en una pared bien concurrida. Y justo cuando se me ocurre pasar por ahí ya se había acabado la exhibición, pero vi un folleto y reconocí tu mirada y tu mueca de acá no pasa nada. Tu gesto de circunstancia.
Y dentro de mi apreciación noté que lo bonito y lo feo ya se te había mezclado en el alma, los buenos y malos sentimientos, lo cochino y lo perverso, lo maravilloso y lo encantador. Siento que después de tanto tiempo ya eres una obra maestra.
Ojalá que quien te haya comprado aprecie tus imperfecciones tanto como yo. Sino siempre puedes volver al museo. A la pared imposible.
Te había visto en una vitrina mientras el cielo se ponía colorado. Tenías la cara de otra persona, no la que yo recordaba de otras épocas. Eras más alto y más viejo y tu mirada ya no se escondía. Creciste harto y te veías mas definido, como si acaso alguien hubiese pasado un marcador por sobre tus lineas de grafito. Quedaste bonito después de tantos años. Te pusieron marco y te colgaron en una pared bien concurrida. Y justo cuando se me ocurre pasar por ahí ya se había acabado la exhibición, pero vi un folleto y reconocí tu mirada y tu mueca de acá no pasa nada. Tu gesto de circunstancia.
Y dentro de mi apreciación noté que lo bonito y lo feo ya se te había mezclado en el alma, los buenos y malos sentimientos, lo cochino y lo perverso, lo maravilloso y lo encantador. Siento que después de tanto tiempo ya eres una obra maestra.
Ojalá que quien te haya comprado aprecie tus imperfecciones tanto como yo. Sino siempre puedes volver al museo. A la pared imposible.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario