2.4.16

Los viajes I


Ya olvidé otra vez la letra. Era algo que tenía que ver con viajes y sensaciones de viajes. Cómo cuando vas llegando y cuando te vas yendo. Y los pequeños fragmentos entremedio me da la idea que tienden a desvanecerse. Sólo me quedan las canciones que escuchaba en los trayectos y uno que otro pensamiento náufrago de esos días. He pensado en el sur y de cómo siempre me embargó la sensación de que estaba sola ahí, en la orilla del río, de la playa, del bosque, del jardín. Siempre con la sensación de que lo estaba aburriendo. 
Me gustaría recorrer otra vez todos esos lugares, sola. Estar ahí conmigo, con nadie, con todos. Estar con mis canciones y flotar. El problema es que soy tan miedosa, siempre termino necesitando un compañero. 
He estado pensando en la culpa y en el miedo muchísimo. Todos los días cuando me logro levantar siento que ya lo estropeé todo. Sé que no es así, pero de todas maneras se me pasa por la cabeza porque es parte de mi configuración. Y luego cuando salgo por las tardes o por las noches y consigo divertirme empiezo a pensar si acaso está bien... si acaso no lo estoy arruinando otra vez. Y sé que está todo bien, en el fondo está todo bien, pero nunca llego al fondo, siempre me quedo pegada en los bordes. 

Si me pongo a buscar momentos de felicidad siempre tienen que ver con la anticipación de algún viaje. Con llegar y  ver cómo calan en mí esos primeros momentos de la estadía. Me he dado cuenta que casi siempre viajo sin expectativas. Es tan extraño, porque finalmente es ahí cuando la mayoría se construye una gran cantidad de ideas sobre lo que encontrarán. Para mí es todo lo contrario, me salgo de todo eso y conquisto la cúspide del asombro, con lo más mínimo, en serio. Será porque he salido tan poco, será porque imagino mucho y el choque repentino con la realidad siempre me arrebata, como cuando el aire marino te arrebata y quedas medio sedado y empiezas a caer en un tipo de trance rico que al final te deja blandito y soñando bonito. En fin, no era nada de lo que quería decir. Quería hablar de esas sensaciones que me han venido a visitar y que no sé qué querrán decirme con su presencia. Siento que cada vez que salgo estoy pegando un salto al vacío, pero con miedo y luego aterrizo en la culpa. Creo que tiene que ver con una construcción que hago de mí misma para lidiar con las formalidades, con las trivialidades, con el paisaje cotidiano que cada vez me parece más surrealista y triste a la vez. Pero creo que ya luego se me acabarán las máscaras, los maquillajes, los disfraces, las coreografías. Porque ahí, cuando voy quedando pilucha, aparecen los silencios y todo lo que me va quedando son sensaciones antiguas, como las de esos viajes, de las canciones. Recuerdos de los recuerdos que construí en estados mentales tan distintos y que son todos partes de mí y aún así parecen tan lejanos y ajenos. El sinsentido que me rodea parece cobrar cada vez más fuerza, como si estuviera respirando la mera esencia de eso que vengo persiguiendo hace tantos años y no me doy cuenta que está ahí frente a mis ojos. 

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