(No tienes la carita de gato más bella de este lugar. Tienes la carita hecha mierda, como de gato del mercado cardonal. Los ojitos dados vuelta hinchados a más no poder, la naricita con costras de sangre, las patitas chuecas, la cola pelada y los bigotes chamuscados. Tienes la carita de gato más miserable de este lugar. De dónde saliste, de qué tugurio vienes. Te parió la muerte parece)
No sé qué me pasa contigo. Esa es la verdad. Una profunda admiración se echó a tomar el sol sobre mi cama y fue destiñéndose de a poco, resecándose y cuarteándose. Abrí la ventana y la brisa la desintegró. No supe qué hacer, me quedé ahí pasmada mirando el polvillo flotar.
Es tan extraño todo esto, te mezclas con otras figuras que me son familiares, hasta hablamos usando las mismas palabras. Pero no, no tenemosnadaencomún. Igual te quería dar las gracias por estar ahí, deambulando por los pasillos, incluso cuando no había luz. En una de esas vueltas capaz que te pille otra vez. Pero no, no tenemosnadaencomún.
Me siguen picando las pulgas, me siguen chupando la sangre, me dejan esas pintitas rojas que parecen hechas con plumón. Eso me pasa por irme a meter a tus lugares, a esos tugurios de mala muerte salpicados en esas calles de la perdición.
Es tan amargo todo esto, cómo de protagonista te convertiste en figurante de la mañana a la noche. Del mediodía al atardecer. De enero a diciembre. Del alfa al omega y así.
Ya, te dejo. Tengo cosas que hacer. Es tan amargo todo esto, cómo de protagonista te convertiste en figurante de la mañana a la noche. Del mediodía al atardecer. De enero a diciembre. Del alfa al omega y así.
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