10.1.16

Soy mala

Puse agua para tomarme un té, pero no me lo tomé porque me recuerda a ti, a tu sabor. Me recuerda a todo lo viejo, a todo lo que ya probé. Son las 6:30 y llegué a comer todas las sobras que quedaban en la mesa. Tan feliz y satisfecha conmigo misma. Tan contenta que podría cambiar el significado de las palabras, podría cambiar las letras y las intenciones, podría cambiarlo todo y seguiría ese todo tal cual es. La felicidad va y viene, las conversaciones igual. Son como canciones cortas súper familiares que se quedan en tu oído habitando el silencio hasta que te sientes triste o muy feliz y vuelven así de repente. Espérame, voy por el té.
Este vacío no lo llena cualquiera.
Nadie lo hará. Sólo yo sabría cómo. Son acordes que nadie me enseñó. Aparecen de la nada, para variar.
No sé qué decirte. Ya me tomé toda la taza. Hay días en los que todo lo que necesito es un poco de paz. Como la superficie de esta taza, tan pura y sencilla. Hay cosas que nunca comprenderemos, un momento, una canción, una disposición. Tantas expectativas diluyéndose, tanto sueños rotos. Tanta ilusión marchita, Tanto cliché empalagoso.
Ya amaneció. No debo quedarme mucho tiempo más. Tú seguramente no tienes idea. Nadie nunca sabe mucho de mí.
Es hora de dormir, soy mala para hacerte dormir con historias. Soy buena para guardar silencio.

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