No vale la pena usar tantas palabras si me vas a contestar con puros silencios.
Yo prefiero la calma de este momento. Prefiero abrazar este segundo hasta exprimirlo entre mis brazos. Sacar la dulzura a cucharadas e intoxicarme de nostalgia. Volver al regazo materno y jugar con las piernas colgando, juntar las miguitas del mantel y hacer figuras, aplastar la mantequilla con los dedos, reinterpretar las conversaciones adultas. Recorrer el borde del azucarero, contar los cristales, el adorno del florero. Sentir la vibración de las voces en mi pecho. Encontrarnos con la mirada, yo y el perro. Cansarme en el regazo materno y medio adormilada, imaginar las mejores jugadas, volver a recorrer los miedos y desafiar al recuerdo, allí en el regazo materno, acurrucada sobre mi vieja cuna, segura y a salvo de todos los futuros, de todos los pretextos, soñar al fin en calma, con las mejillas acaloradas, aferrada a ese instante perfecto.
Yo prefiero la calma de este momento. Prefiero abrazar este segundo hasta exprimirlo entre mis brazos. Sacar la dulzura a cucharadas e intoxicarme de nostalgia. Volver al regazo materno y jugar con las piernas colgando, juntar las miguitas del mantel y hacer figuras, aplastar la mantequilla con los dedos, reinterpretar las conversaciones adultas. Recorrer el borde del azucarero, contar los cristales, el adorno del florero. Sentir la vibración de las voces en mi pecho. Encontrarnos con la mirada, yo y el perro. Cansarme en el regazo materno y medio adormilada, imaginar las mejores jugadas, volver a recorrer los miedos y desafiar al recuerdo, allí en el regazo materno, acurrucada sobre mi vieja cuna, segura y a salvo de todos los futuros, de todos los pretextos, soñar al fin en calma, con las mejillas acaloradas, aferrada a ese instante perfecto.
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