Tengo un espacio en mi cabeza dedicado exclusivamente a la angustiosa tarea de entenderme. De estar consciente y de autocensurarme en prácticamente todo. Hay que quemar ese boliche, loco. Me tiene enfermo de los nervios. Yo, como ser humano sintiente y medianamente atormentado, no pretendo más en esta vida que seguir el llamado espiritual que, en los más felices casos, está sincronizado con las habilidades naturales que se nos han dado en esta vida. Es mucho pedir eso? Es una salvajada? Una desfachatez? Quién diseñó el espíritu por la chucha. A ver quién po. Quién? El mío venía lleno de hoyos. Me queda chico a veces y otras tantas se me cae. Se me cae el alma, loco, se me cae!!!
Me agota todo
no sé con quién quedarme
me comí todo el entusiasmo esperando esa alegría
la alegría de vivir.
Siento que las letras de mis canciones favoritas
son una eterna promesa que no florece nunca
escucho conversaciones ajenas
como poemas
porque los pensamientos de los otros me distraen
de toda esta maldad que nos rodea
así no me paso las tardes polinizando mis penas
me salgo de mí un rato
inventando realidades paralelas
un asco volver a esta tierra
sin un souvenir siquiera.
Me están fallando hasta las rabias
las frases que construyo
se desploman con el aire
tan solo el aire que exhalan los tramoyas
que acarrean todo este circo
de allá para acá
armando el espectáculo
al que nunca estoy invitado.
Pienso, pienso, siento que me reviento por dentro
de puro lleno.
Siendo que hay otros que no tiene qué pensar.
Hay niñitos que no tienen qué pensar.
Y yo acá quejándome.
Estos días vienen y van
juegan a la ronda
comen huesillo y a todos les dan.
Adivina a quién no.
Días putos.
Son sólo medidas para organizar nuestras desdichas, nuestras felicidades.
Un montón de gárgaras.
Nuncamases y porfavores me persiguen
la ingrata tarea de olvidar.
Esperar las madrugadas para escribirme
me está haciendo mal.
Engañar a los días a veces resulta fatal. Después vienen por ti todos juntos, como un ejército de la verdad. Pero me sigo arriesgando y me salto las reglas, no sé de qué otra manera puedo actuar.
Le hice creer a mi cuerpo que no estábamos
conversé largo y tendido con mi mente
le expliqué la situación
le dije que no saliera corriendo como otras veces
que se quedara un rato conmigo
el corazón dormido
las manos heladas
la vista nerviosa
dame un té por favor
me viene la pálida.
Y mientras abrazaba mi paranoia
recorría mis penas, mis miedos
como álbumes fotográficos de los peores momentos
me dije
no puedo seguir ordeñando ideas
que nadie se va a querer tomar.
Botellitas envenenadas repartiendo por doquier.
A veces siento que me las he estado tomando sin querer.
Otras veces con querer.
Y así sucesivamente.
Se acabó la música, debo dormir.
Sólo espero que me atraviese el rayo sin partirme el alma... que sea como esos prismas que descomponen la luz.
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