No te puedo conmemorar como quisiera. Los intentos son en vano, tantas otras cartas se han escrito de la manera en que yo sueño, sueño contigo. Los bordes de mi cuerpo se han ido decolorando y no quiero que esa palidez llegue al centro porque ya no tendría sentido nada. Me quejo a diario de todo, tenemos una pugna el universo y yo y todas las cosas que lo habitan. Que no sea capaz de estar en paz con nada... y estoy tan desordenada, no sé donde guardo las buenas ideas, los buenos recuerdos.
Como decía, no estoy a la altura de apreciar todo lo que fue, todo lo que fuimos y encerrarlo en unas cuantas frases. Me es imposible.
Sin embargo puedo decirte que esto que soy, esto de ahora, es lo que seré siempre. Con más o menos contraste, con más o menos luz, pero esto es lo que soy. Lo que viste, lo que te enamoró y espantó al mismo tiempo sigue acá donde mismo. Pero creo que la figura que observabas se desarmó, como un caleidoscopio que giró de repente. Y ahora que las piezas no calzan, mejor mirar hacia otro lado. Viste que vino el Otoño, viste que se está quedando en mi casa... el mejor inquilino que podría esperar. Es ingrato admitir que ahora que ya no te amo es cuando más te he necesitado. Lo siento. Divago.
La luz permanece encendida, en el fondo. Me aferro a la duda, es lo que me mantiene despierta. Y ahora que ya no existes más, siento que vienen miles de dudas más al rescate. Ya no muero por las noches, ya no hay espasmos de dolor. Pero faltan unas capas más de tiempo, porque quiero recordarte, sí quiero. No así como ahora, porque sé que puedo hacerlo mejor y porque te lo mereces. Después de todo, te lo mereces.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario