24.3.16

Ecolalia


Hoy no es un buen día para comenzar a contar historias. Ni para terminarlas, ni para comentarlas. No es un buen día para las historias. Es un buen día para salir a perderse en las caras de los desconocidos, en sus gestos y miradas y volver a encontrarse después en las pausas que abundan entre cada frase incoherente. Ahí en el fondo de cada pausa, volver a verse uno mismo en el silencio profundo donde yacen los himnos secretos que nunca entonamos, pero que sabemos de memoria. Ahí, mientras celebramos los chistes y las anécdotas ajenas, llenas de mentiras, llenas de verdad, ahí mientras el ojo brilla y la mano tiembla, ahí en el fondo del silencio, en el abismo de nuestra más profunda esencia se enderezan las palabras que no pronunciamos jamás, se asoman hasta el mismísimo borde de los labios y casi cuando están a punto de nacer... se esfuman para perderse en la carcajada explosiva del sinsentido nocturno. Ecolalia espiritual, ritual de grupo cavernario, no quiero pensar ya. Hoy no, hoy es un día para pararse en la plaza y ver la vida pasar. 

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