17.3.16

En el lugar oscuro.

Quiero quedarme quieta acá escribiendo todo lo que se me cruza por la cabeza en caso de que se pierda y no sepa nunca más dónde encontrarla. A veces se me pierde y creo que lo hace a propósito. No sabe cuán importante es su presencia en este mundo. Esta semana pasó rápido, me parece que todos los días pasan iguales, todos los días se quedan encerrados en este cuarto y no salen a jugar más. El Otoño pasó de largo nunca se bajó del tren, anda lejos en otras tierras así que no nos queda más que el invierno. Dar vueltas por el centro imaginariamente, comprar un pan imaginario y devorarlo con locura, total es de mentira. En este cuarto habitamos varias, a veces se cuelan los pensamientos, se cruzan los cables, ya ni sé si soy yo la que hablo. Pero es cosa de acostumbrarse al ritmo indeciso de nuestro actuar, perdón por adelantado. Hay un viaje pendiente lo sé, es de esos viajes que sigo postergando porque me da miedo hacer las maletas y darme cuenta que no sé qué llevar porque no sé dónde voy y no sé qué esperar. Es mucha ansiedad, mucha anticipación. 

A lo mejor soy una canción que alguien canta a veces y a veces olvida cantar. Una canción que alguien canta de a ratos y a veces sólo quiere olvidar. A veces me imagino esas cosas, tal vez para olvidarme del tiempo, del cuarto y de las visitas que no llegan. Es un poco agotador sentir la presencia de las cosas sólo por la falta de ellas. Es como el dolor fantasma. Las divagaciones nunca fallan. Estamos a mano. El universo y yo a veces chocamos, sé que no me tiene la más alta estima, pero yo también lo provoco en tantas formas. Es que somos tantas personas y más encima se me pierde la cabeza. Es mucha presión para un sólo espíritu encerrado en un cuarto. Sentir tanto que ya no puedes sentir nada. Creer tanto que ya no quieres creer en nada. Pensar tanto que ya ni haces el esfuerzo de pensar en nada. Olvidar tanto que ya no eres nada. 
Quedar silente, hasta que alguien te cante de nuevo. 

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