1.3.16

Cuenta regresiva.


A veces se despega la película que todo lo protege, queda la superficie desnuda y el roce más mínimo alimenta los receptores más pequeños. El contacto más sutil, la mirada más tímida, el susurro más suave. El estímulo más invisible se cuela por los poros y se multiplica como la hiedra en los tejidos verdeagua del alma, en los tejidos azules del pensar. A veces hasta el aire hiere, a veces hasta el rayo más tenue de sol hace hervir la idea más ingenua.
Hay un punto donde el todo se acaba y luego del gran silencio vuelve a comenzar el todo otra vez.
La maquinita de sentir intuye estos estadios como ningún otro mecanismo es capaz de hacerlo y en su egoísmo travieso no da aviso ni señal alguna de este advenimiento.

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